
Entre ambas experiencias, en familia, fuimos a conocer lugares de San Luis. El cabildo de La Punta, las buenas rutas puntanas, la ciudad que "inventaron" los Rodriguez Saa, Potrero de los Funes, Trapiche, La Florida. Febrero fue volver de a poco a la rutina y Marzo a la realidad.
En el camino, me han ido quedando claro algunas pocas cosas. Quiero cantar y en algunos lugares ni saben de esta osadía de creerme artista, que ya lleva 30 años. Y gente joven, que nunca me ha escuchado, me pone -y no me parece mal- frente al desafio del "casting". Me hace sentir como el pibe que recién larga: ¿"no tenés alguna grabación para escuchar lo que hacés?...Te escucho siempre por la radio, pero no sabía que cantabas...".

Seguiré el consejo de la mujer de los cotidianos discursos y no me haré los rulos: no me refiero a la obviedad de mi escasa cabellera ni a su imposible eternidad presidencial; quiero decir que no tengo pretensiones de plateas de cientos ni de miles (ella sí). Pero, cuando me jaquean los fantasmas de la indiferencia y me pongo notas bajas por mi andar equivocado por la vida y por el mundo, beberé otra vez del agua fresca de la música para sentir mi alma aliviada. Las angustias se mueren en el acto cuando la canción me da su mano y siento deseos de volver a encender este faro de mil utopías.
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