viernes, 29 de junio de 2012

BADIA EN MI

Murió Badía. 
Fue la última noticia de anoche, antes de dormirme.
Leí y escuché sobre esto durante todo el día. 
Son las 6 de la tarde y acaba de tocar el portero de la radio Ernesto Moyano. El Cucho no subió, me preguntó desde abajo nomás si fue conmigo que había estado con Juan Alberto Badía en ocasión de un viaje juntos a Buenos Aires. Le confirmé los datos de su difuso recuerdo. Fue a principios de los 80, un día que decidimos ir a LS5 Radio Rivadavia. Ese mañana un jovencito y simpático Marcelo Tinelli nos recibió y luego nos llevó de recorrida por la emisora de calle Arenales, mientras Larrea conducía "Rapídísimo" y le seguía Carrizo con "La vida y el Canto". Luego pasamos a conocer los estudios de FMR, como se llamaba en aquel tiempo la frecuencia modulada de Rivadavia. Estaba en el aire Badía, creo que el programa que hacía se llamaba Piedra Libre, y en una pausita de un par de temas, pasamos al estudio y fuimos presentados al que, para mí, fue un gran referente. No es frase de ocasión: J. A. Badía fue, después de todo, el referente de toda una generación de locutores. Un tipo cordial, afable, tal como se lo escuchaba o se lo veía en la tele. Supongo que dije que yo era locutor, un locutor de Río Cuarto, tal vez con la pretenciosa idea de mostrame como "par". Muy modestamente lo era, y si lo sigo siendo, el Beto tiene mucho, muchísimo que ver con esto. 
Mi cabeza salta 3 décadas y media para atrás. Me lleva a esos momentos de la medianoche, a mediados de los 70, cuando buscaba la Tonomac una vez que mi viejo dejaba de escuchar fútbol uruguayo o basquet bahiense. Cuando LV 16 apagaba su transmisor, Del Plata entraba con todo y yo ponía la radio abajo de la almohada y me preparaba para "Imagínate, Flecha Juventud", hasta que Juan y Graciela "Grace" Mancuso, su cómplice de trasnoche, nos armaban un seductor itinerario de palabras y de música  y un rato después, como a las 2 de la madrugada, al segmento que el Beto eligió para empezar su derrotero de especialista en los Fab Four: "Beatlemanía". Yo me dormía después o durante esos minutos, aunque a veces seguía con ellos con los ojos fijos en los arabescos de la cortina azul por donde se filtraba la luz de la calle Alberdi, que cruzaba el patio de mi casa. Mi mente, se iba de paseo por el universo infinito. 
Uno o dos años más tarde, yo empezaba a atreverme con los micrófonos, con mis 17 años llenos de ganas.
Salto 20 años para acá, cuando volví a encontrármelo en el estudio de Canal 13, mientras hacía su enorme programa "Badia y Cia". Fue una tarde de sábado en la que actuaron Ariel Roth, con sus músicos españoles, entre otros como Raúl Lavié y actores que, según recuerdo, representaban en el piso personajes con escenas contra la censura, todo relacionado con el retorno democrático que se producía por esos momentos.  Uno de ellos era Arturo Bonín.
Juan Alberto Badía era hijo de un gran maestro de locutores, Juan Ramón Badía. La vida me dió también la oportunidad de conocerlo, ya que el papá de Beto presidió la mesa de mi exámen final de Locutor Nacional, en el '86, en los estudios del I.S.E.R. Recuerdo que vino a felicitarme, previo corregirme alguna cuestión de fonética italiana, ya que junto con un santafesino, Juan A. Gasperín, fuimos los únicos que aprobamos. No recuerdo exactamente con que palabras, solo que no pude dejar pasar la oportunidad de contarle de mi admiración y respeto por su hijo, a lo que respondieron con toda elocuencia sus ojos húmedos y una sonrisa.
La idea, el concepto de radio, del locutor, del presentador que fue Badía, han sido mi norte. En el contenido de aquellos programas de radio que tuve, incluso alguno de televisión, estuvo su influencia.
Siento la impotencia y la angustia de tener que pronunciar un adiós.
Solo le diré hasta siempre...y nada más. 
Eso si: cada vez que cante Imagina, de John Lennon, o la presente en algún programa, la dedicaré a Juan Alberto Badía.
Será mi pequeño tributo.
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martes, 26 de junio de 2012

Entre Credence y algunos fantasmas

Escuchaba esta mañana en la radio del auto a Fogerty cantando ¿Has visto la lluvia alguna vez? y le contaba a Valentina, muy temprano y rumbo al colegio, que esa canción tiene más de 40 años. Sonrió cuando le hablaba de los long play en los Winco y que se usaban en los "asaltos". Otro día le contaré de esas reuniones en el living de las casas, adonde nos juntábamos a bailar, los chicos llevabamos las gaseosas y ellas lo demás. Si le comenté sobre cómo había que parar de bailar para cambiar de tema o de disco. Mientras le decía esto, formaba con las manos una suerte de círculo como del tamaño de los vinilos para que supiera que no hablaba de CD's, que aunque los conoce bien, dicho sea al pasar, los compactos ya empiezan a perder terreno frente a las memorias digitales en los teléfonos y otros reproductores. Llegamos al cole y se bajó del auto, dejando al dinosaurio solo al volante y pensando que debo controlar estos comentarios nostálgicos que quizás son para mi más que para los otros. Una manera de recordar-me. De necesitar explicar-me tantas cosas que pasaron desde aquellas mocedades, en las que descubrir el mundo se podía a 33 1/3 rpm. A Valentina pareció interesarle la instantánea que planteaba con mi brevísimo relato, pero tal vez apenas era curiosidad por lo pintoresco. A uno lo impulsan esas imágenes que no acaban de diluirse en la memoria, que aparecen detrás de una melodía como la de hoy a las 7:18. Arranco y sigo por Alvear. En la radio ya no esta John Fogerty, ahora dan la cotización del dólar blue. Entonces, compruebo  otra vez que hay cosas que no cambian y que son las que deberían haberlo hecho.
Salto mentalmente un año más hacia aqui, y me veo con mi hermano Jorge, en Buenos Aires, comprando en una de aquellas legendarias disquerías de la peatonal Lavalle, la de los cines, un simple (eran pequeños discos con una canción de cada lado, Valentina) de un grupo llamado Napoleón Puppy. Era esa primera parte de los setenta: San Lorenzo bicampeón, Lanusse habilita elecciones pero proscribe al exiliado ex presidente, Sui Géneris graba Canción para mi muerte, B.A. Rock, regreso de Perón, masacre de Ezeiza, "montos" llamados "imberbes" por su líder abandonan la Plaza de mayo, Triple A, muerte de Perón, asume Isabel, el Rodrigazo.
El disco tenía de un lado grabado el relato futbolístico, al estilo de José María Muñoz, de un partido imaginario entre "Newell's Olds Precios vs. Salarios Juniors", y hablaba tanto de la inflación como del dólar paralelo y del lado B el "Requiem para la clase media". No se qué fue del disquito, pero siento ganas de buscarlo y ponerlo en la bandeja que hay en casa, por puro masoquismo. Es cierto: también están las canciones de Credence y de tantos otros que nos llevan hacia atrás, pero sin angustia...solo con un inevitable toque melancólico, a los tiempos en que soñar despiertos le ganaba a cualquier escepticismo.