jueves, 21 de febrero de 2013

Roma, el de las figuritas...


Confieso, por si hiciera falta, que soy "cuervo" desde mi más tierna edad. Y que hice a mis hijos de la misma especie futbolera.

Eso, como corresponde a ciertas tradiciones, porque mi viejo me hizo de sangre azulgrana, como a mi hermano Jorge, asi como mi tío Américo lo convirtió a mi primo Henry a la "santidad" argentina del balonpié. Lo que ni Italo (mi viejo) ni su hermano, mi tío de Villa María lograron con mi hermana y mi primo Puchi, respectivamente.

Pero, rivalidades deportivas al margen, en aquellas infancias de los sesenta, tiempos de Beatles, Che Guevara, Vietman, Stones, Illia, Los Gatos, Kennedy y otras efervescencias, como los primeros televisores y el flower power, Cortázar y las tapas a todo color de las revistas como Life, entre tantas otras cosas, nos unía un entusiasmo común: todos jugábamos a las figuritas.

Y la de Roma, el arquero de Boca, estuvo presente en los álbumes de toda esa década. Si, era cuando nos sabíamos las formaciones de los equipos de memoria, tal como lo recordaba Osvaldo Wehbe charlando con el mismo Roma, en una entrevista que por Cadena 3 pasaron hoy en Viva la radio, hecha por Rony Vargas con participación del Turco hace unos cuantos años, más o menos de la época en que el loco Palermo pifió los penales jugando en la selección. Aquellos que evocaban en esa nota eran tiempos de fútbol por la radio, y de ver después, semanas después, las jugadas en secuencia fotográfica, con esas flechitas marcando la trayectoria de la pelota, en la peluquería de otro Tano y ultraboquense, Don Alberto, que siempre tenía la revista El Gráfico en la mesita del medio...te acordás Turco?.

Pero, si no tenés idea de quién era Antonio Roma pregúntale a tu abuelo, que seguramente, alguna vez voló de palo a palo jugando a la pelota con tu viejo y gritó el infaltable “Ataja Roma”, o bien a tu papá, que probablemente soñó en sus noches de infancia alguna vez atajar ese penal que lo inmortalizó.

El Tano, Tarzán, la leyenda, este miércoles 20 de febrero voló al cielo a los 80 años.


Roma comenzó en Ferro, donde jugó cuatro años, pero en 1960 aterrizó en Boca, donde atajó 12 años (1960-1972), y donde dejó grabado su nombre en los arcos de La Bombonera después de 332 partidos y seis títulos.

Pero no sólo se hizo leyenda porque ganó los títulos del 62, 64 y 65 y los Nacionales del del 69 y 70, más la primera Copa Argentina (69) sino también por su estilo recio, la firmeza de sus manos gigantes y la facha de galán maduro que también arrancó suspiros en la tribuna femenina.
 
Para recibirse de ídolo le faltaba una tarde consagratoria, esas que se vuelven anécdotas inoxidables pese al paso del tiempo, y el Tano la vivió el 9 de diciembre de 1962, cuando le atajó el penal al brasileño Delem en el superclásico, para algunos adelantándose un metro (el lo negaba, decía que lo que adelantó fueron las piernas) y que a Boca le permitió mantener el 1-0 y consagrarse campeón en la fecha siguiente.

En la Selección también dejó su huella, porque atajó en 42 ocasiones, y fue el arquero titular nada menos que en dos Mundiales consecutivos (1962 y 1966).