martes, 7 de agosto de 2012

CON EL CUCHI Y EL PICHI, EN LA FALDA

 Me gusta escribir, aunque escribo menos de lo que me gustaría y tengo para echarle la culpa a "lo ocupado que estoy ultimamente". Pero hace unos días que siento la presión de cumplir con una vieja promesa. Rescatar grabaciones de hace unos 30 años, cuando en un Festival de Rock de La Falda, se entreveraron en una charla el Cuchi Leguizamón, hojas de coca en el bolsillo del saco marrón y el Pichi Pérez, que no llevaba saco puesto, andaba de chalequito (integraba el Grupo Trama de Río Cuarto, que tocó ese día) y seducido por el mágico momento, se prendió en ese intercambio inolvidable con el notable pianista, cómplice de Manuel J. Castilla y autores ambos de temas increíbles del cancionero folklórico argentino.
 
Antonio "Pichi" Pérez
Gustavo "Cuchi" Leguizamón
Pienso ahora en que importancia tuvo ese privilegio de charlar con el Cuchi, tanto para el Pichi como para mí. Yo les grababa la charla, me acuerdo, porque después de una nota con el Cuchi, el Pichi se prendió espontáneamente, por aquello de la confianza que daba nuestra amistad. No me olvidaré nunca de ese instante, seguido de una caminata de ambos hacia el escenario para escuchar al flaco Spinetta por invitación del propio Cuchi.  Como yo tenía credencial de prensa, podia estar en el backstage para hacer mis entrevistas, pero el Pichi y el Cuchi, tenían oblea de músicos y podían pasar al escenario y quedarse "entre patas" para ver y escuchar desde ahi. No tuve otra que volver al sector del público para disfrutar de Spinetta Jade. Cuando me ubiqué de frente y miré, no lo podía creer: los dos personajes estaban parados al medio, entre los equipos de guitarra y bajo de la banda de Spinetta, ¡en el centro del escenario!. Unos traguitos de más del Pichi y con el Cuchi medio coqueado, sin barreras inhibitorias, ni nadie que se atreviera a detenerlos, hizo que tomaran por palco vip al propio centro de la escena. Fue simpático, al menos para los que nos dimos cuenta del asunto antes de que los invitaran a "correrse un poco para el costado".
 Esa noche era la de un homenaje que Lito Nebbia le hacía al Cuchi, al Dr. Gustavo Leguizamón. Eran momentos de democracia recién estrenada, con folcloristas y rockeros, incluso algunos con formación jazzística, sumándose a una corriente de lo que llamaban "fusión" de géneros o estilos. Eso lo conmovió al Cuchi, que no tenía en Cosquín un espacio de tanto respeto como el que se le abrió en La Falda. Dueño de un concepto desafiante de la expresión folklórica, con arreglos audaces y heterodoxos, como se podía escuchar en las versiones que el Dúo Salteño hacía de sus temas, el Cuchi opinaba sin piedad sobre el festival coscoíno. Decía, en aquella charla, que Cosquín era "un museo que han entrado y lo han apaleado todo por dentro", en su marcado acento salteño. Sin embargo, no pasaron muchos años, tal vez un par, para que una canción suya ganara en el Festival Mayor de Folklore (Bajo el azote del sol, con letra de Antonio Nella Caastro, 1986). Fue diputado, fiscal de estado en Salta, y abogado, profesión que abandonó para dedicarse un poco más a crear una infinidad de melodías cuyo "centro geopolítico" era la baguala, según su propia definición. Fue un tipo tan singular, que se animó a proponer conciertos de campanarios en Tucumán y Salta y una vez hasta intentó hacer un concierto de locomotoras. Admirador de grandes de la música universal como Bach, Stravinsky o Beethoven, de talentos locales como el del propio Mono Villegas, a quien mencionaba en la nota que le hice aquella vez, era un "orejero". Su magia iba mucho más allá de cualquier instrucción académica.  
Una imagen del Cuchi Leguizamón que recuerdo claramente, es la de aquella madrugada en Ser: Café de las artes, Sobremonte al 800, poco tiempo después, no recuerdo exactamente en que año. Sentado al piano, antes de cerrar y cuando quedábamos algunos amigos de la casa, el nos daba con el gusto de algunos acordes impensados, un ronco cantar trasnochado, entrecerrando los ojos, sonriendo grande con esa cara de duende regorderte a punto de hipnotizarnos y hacer que hoy el recuerdo permanezca increíblemente vívido.
Me hace falta un grabador de cinta abierta en velocidad 3 3/4, Pichi. Si lo consigo, te aviso. Hasta pronto.         

2 comentarios:

  1. Grababas las notas en grabadores de cinta abierta? Yo estuve aquel viernes en La Falda y grabé varios artistas (incluido Trama) en mi "Maxibocho Philips" a cassette. No recuerdo la anécdota de alguien del staff corriendo al Pichi y al Cuchi. Tal vez el Flaco concentraba toda la atención y nadie se daba cuenta lo que pasaba poco más allá.

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  2. Grababa las notas con un National, muy bueno (recuerdo que me quedó una versión de Rubén Goldín de "Mi amor es rojo...como la luna" con muy buena calidad, cantando sentado solo en una silla con una acústica. Sucede que eran tantas las notas que almacenaba en cassettes que las pase a cinta abierta para archivarlas. Respecto del episodio del escenario, no fue notorio para el público, fue un detalle que tal vez muy pocos pudimos "pescar". El propio Pichi se acuerda del asunto cuando evocamos ese día. Hay que tener en cuenta que en esos años los asistentes de escenario no eran estilo "patovica arrogante" de los que hoy abundan. El staff era propio de la época, cuando el rock recién empezaba a masificarse. Te mando un abrazo.

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