martes, 26 de junio de 2012

Entre Credence y algunos fantasmas

Escuchaba esta mañana en la radio del auto a Fogerty cantando ¿Has visto la lluvia alguna vez? y le contaba a Valentina, muy temprano y rumbo al colegio, que esa canción tiene más de 40 años. Sonrió cuando le hablaba de los long play en los Winco y que se usaban en los "asaltos". Otro día le contaré de esas reuniones en el living de las casas, adonde nos juntábamos a bailar, los chicos llevabamos las gaseosas y ellas lo demás. Si le comenté sobre cómo había que parar de bailar para cambiar de tema o de disco. Mientras le decía esto, formaba con las manos una suerte de círculo como del tamaño de los vinilos para que supiera que no hablaba de CD's, que aunque los conoce bien, dicho sea al pasar, los compactos ya empiezan a perder terreno frente a las memorias digitales en los teléfonos y otros reproductores. Llegamos al cole y se bajó del auto, dejando al dinosaurio solo al volante y pensando que debo controlar estos comentarios nostálgicos que quizás son para mi más que para los otros. Una manera de recordar-me. De necesitar explicar-me tantas cosas que pasaron desde aquellas mocedades, en las que descubrir el mundo se podía a 33 1/3 rpm. A Valentina pareció interesarle la instantánea que planteaba con mi brevísimo relato, pero tal vez apenas era curiosidad por lo pintoresco. A uno lo impulsan esas imágenes que no acaban de diluirse en la memoria, que aparecen detrás de una melodía como la de hoy a las 7:18. Arranco y sigo por Alvear. En la radio ya no esta John Fogerty, ahora dan la cotización del dólar blue. Entonces, compruebo  otra vez que hay cosas que no cambian y que son las que deberían haberlo hecho.
Salto mentalmente un año más hacia aqui, y me veo con mi hermano Jorge, en Buenos Aires, comprando en una de aquellas legendarias disquerías de la peatonal Lavalle, la de los cines, un simple (eran pequeños discos con una canción de cada lado, Valentina) de un grupo llamado Napoleón Puppy. Era esa primera parte de los setenta: San Lorenzo bicampeón, Lanusse habilita elecciones pero proscribe al exiliado ex presidente, Sui Géneris graba Canción para mi muerte, B.A. Rock, regreso de Perón, masacre de Ezeiza, "montos" llamados "imberbes" por su líder abandonan la Plaza de mayo, Triple A, muerte de Perón, asume Isabel, el Rodrigazo.
El disco tenía de un lado grabado el relato futbolístico, al estilo de José María Muñoz, de un partido imaginario entre "Newell's Olds Precios vs. Salarios Juniors", y hablaba tanto de la inflación como del dólar paralelo y del lado B el "Requiem para la clase media". No se qué fue del disquito, pero siento ganas de buscarlo y ponerlo en la bandeja que hay en casa, por puro masoquismo. Es cierto: también están las canciones de Credence y de tantos otros que nos llevan hacia atrás, pero sin angustia...solo con un inevitable toque melancólico, a los tiempos en que soñar despiertos le ganaba a cualquier escepticismo.    

3 comentarios:

  1. Me imaginé la situación del viaje hacia el colegio, la mirada de Valentina escuchando tu relato y recordé algo de los "asaltos" a los que haces referencia, allá por fines de los setenta, principio de los ochenta.
    Mis primos casi todos eran más grandes que yo, sólo dos o tres años más y por esa razón mis tutoras de baile eran Alicia y Marisa,me dejaban salir si ellas iban. En esos "asaltos" comencé a escuchar "música internacional" como se la denominaba los que no estaban en el tema.¡Tengo muy lindos recuerdos de aquellos años!

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  2. Lo que yo recordaba, exactamente, era uno en casa de Mariel, la novia de Silvio Mauletti. Era en un casa sobre calle Las Heras y -como estaba de vigilancia, sobre Betty- podía entrar siendo un poco menor. ¡Me daban la tarea de disc jockey!. Varios de los discos eran del sello Liberty, entre los traídos por Silvio de E.E.U.U., adonde fue como becario de A.F.S., eran los de Credence Clearwater Revival!!!

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  3. Entro en dudas si hacer un comentario sobre este tema porque de hacerlo quedaría en evidencia mi época, pero me gana la nostalgia y accedo. Todavía recuerdo el comedor de la casa de mi Nona querida... esas tardes en las que sonaba el toca-discos. Sonaba digo, hasta un día que mi hermano, ávido de explorar el interior de cuanta cosa estaba al alcance de sus manos, lo desarmó totalmente despertando un terrible enojo de mis padres. Todavía conservo algunos de esos long-plays que alguna vez, más cerca en el tiempo, volví a escuchar en la ya más moderna bandeja de casa. He tenido la suerte de heredar de "doña Cecilia", amiga de la Nona, una colección de L.P. de tangos que me mueven los recuerdos a su antojo. Cierro los ojos y me veo en la mesada de la cocina siendo niña con un micrófono cuya única tecnología era una lapicera con un bollo de papel en la punta simulando la bocha y un cable largo de hilo de plástico que sostenía en la mano, mientras en la otra sostenía un libro de hojas amarillentas con las letras de los tangos. "Nostalgias" era mi preferido. Y mientras sonaba en el aparato, yo lo cantaba apasionadamente mientras mi Nona como único público me aplaudía como si en la cocina hubiese 1000 personas. Benditos momentos. Benditos recuerdos.
    Tengo que agradecerte Vic que hayas traído ésto a mi memoria y me vuelvas a prestar los oídos, y en este caso también tus ojos, para hacerme nuevamente feliz.
    Y qué me importa si se dan cuenta que no soy una adolescente...

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