miércoles, 23 de marzo de 2011

LA CLAVE ESTA EN EL EXPEDIENTE

Un fin de semana de marzo nos enteramos: el informe/cotejo genético del FBI estaba en Buenos Aires. Volvía al centro de la escena mediática el Caso Dalmasso. Que en la Embajada de EE.UU., que en la Secretaría de Justicia del Ministerio de Aníbal Fernández, que ya lo enviarían, que lo irían a buscar. Que iría a parar a Córdoba capital y que las traducciones se harían allí mismo. ¿Que día exactamente llegó ese sobre con 4 hojas?...Poco tiempo atrás el fiscal Di Santo había enviado un exhorto, via Tribunal Superior, para que se agilizara la remisión de los exámenes de las muestras enviadas en agosto de 2008. Y el propio Di Santo me confesaba su confianza de que los resultados llegarían pronto: fue un jueves, cuando le pregunté si había recibido un pedido de Facundo Macarrón -uno de los imputados por el crimen e hijo de la víctima, Nora Dalmasso- para que le flexibilizaran el régimen de la imputación. La confianza de Di Santo tenía sustento: ese domingo (3 días después) apareció la noticia del arribo de los resultados remitidos por el laboratorio norteamericano. ¿Sabía algo más el fiscal que no alcanzó a contarme ese día?...¿Que día exactamente llego la esperada prueba?...Por qué respondieron tan rápido al exhorto?...
Se tradujo en poco rato y se supo: dos nuevos ADN masculinos completos, de personas desconocidas. Nínguno del pintor/perejil Gastón Zárate (imputado 1), algunos rastros de linaje Macarrón, pero no el perfil genético de Facundo (imputado 2), sino el de su padre. Huellas de Marcelo en el cinto de la bata (elemento con el que estrangularon a Nora), en la bata y en la vulva. Ninguna huella en el interior del cuerpo. El Dr. Macarrón dijo que el miércoles por la noche tuvo sexo con su mujer y que el jueves se fue a Uruguay, pero ¿como pudieron permanecer esos rastros tanto tiempo en la zona genital externa del cuerpo de tan coquetísima mujer?.
Ella apareció muerta el domingo 26, con pericias que marcaron que fue asesinada al menos 36 horas antes: el sábado 25 de noviembre de 2006 en la madrugada, entre las 03:00 y las 06:00, aproximadamente, cuando Norita volvió de la reunión con sus amigas, después de cenar en el Alvear (restobar) y de pasar por la casa de una amiga, en la calle 1 de Villa Golf, donde las mujeres brindaron con champagne. De alli, dentro del barrio, Nora se fue a su casa en la calle 5: fue alrededor de las 02:00 y  hasta las 02:23  intercambió mensajes de texto con el vecino de la cuadra, amigo de la casa y amante. Era el Contador Albarracín, que estaba en Punta del Este con su amigo y marido de la amante/amiga: en un torneo de Golf que ese fin de semana terminaría  ganando el médico, un batacazo según los otros riocuartenses que fueron a participar del certamen en la turística ciudad oriental.  
Sorpresa: según el FBI la escena no se contaminó... Di Santo, poroto para él, debe estar acordándose de los que daban por hecho (abogados, periodistas, criminólogos) que la escena del crimen (que para muchos no era la habitación sino la casa completa), había sido escandalosamente contaminada y se valían de un ejemplo: el gesto piadoso del Padre Jorge Felizzia, que había entrado y cubierto con una sábana el cuerpo de la víctima. Quedo bien claro: ninguna de las muestras recogidas coincidió con la sangre de los 24 hombres que ingresaron esa tarde/noche a la casa, incluídos el cura y el mismo Di Santo.
El abogado de la madre y el hermano de Nora, Diego Estévez, insiste con la teoría del psicópata sexual, la misma que desató el perejilazo. Pone sus ojos en los obreros y en quienes anduvieron por la casa de los Macarrón mientras se estaba remodelando y sabían, por ejemplo, que la alarma no funcionaba. El abogado de Facundo, Marcelo Brito, relativiza que haya presencia del ADN del traumatólogo, pero el defensor de Zárate, Enrique Zabala, le otorga diametral importancia. El enigma continúa, pero ahora hay caminos que el fiscal deberá desandar, testimonios que deberá recuperar y elementos que valorar de manera diferente. Y un posible desfile de aquellos sospechosos del principio, con probables extracciones de sangre para comparar sus irrepetibles signos genéticos con los dos ADN de hombres desconocidos que aparecieron en "la sábana de abajo" de la cama de Valentina, lecho de muerte de su progenitora.  Ahora, sin el FBI ni sus tiempos de por medio.
Hay que volver la vista al voluminoso expediente de 23 cuerpos: repasar nombres, circustancias, coartadas. Ahí puede estar la clave...saber cuál es y descifrarla es el gran desafío que se viene. Imagino al fiscal con ganas de revertir las duras opiniones sobre su tarea, las que cosechó en este derrotero de frustraciones repetidas e indudable "contaminación ...política". Y le deseo todo el éxito, por Nora Dalmasso y porque me figuro al o los asesinos leyendo esto que escribo, impunemente. Lo contrario sería caer en la comprensible pero pesimista sentencia que suena como un eco por las calles de Río Cuarto: "nunca se sabrá quien la mató".

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